Se recoge aquí una pequeña recopilación de cuentos, muchos de los cuales han sido escritos en las salas de espera de diferentes hospitales. Se cuentan con los dedos de una mano, no obstante, los que allí se desarrollan. Ni que decir tiene que esos lugares no son solo un mundo fecundo para nuestros fantasmas o monstruos, sino también un medio de evadirnos de lo que allí nos asedia. Muchos de los relatos pueden tener un poso triste, a veces desesperanzado, pero lo cierto es que, como en Al rendir viaje, mirando hacia atrás -el porvenir ya se verá-, me siento una «criatura afortunada», en la expresión de Juan Ramón Jiménez. En todo caso y más allá de ello, son historias que, inevitablemente, como le dijo Roy Batty a Rick Deckard en la mítica Blade Runner -con esa improvisación maravillosa del gran Rutger Hauer-, «se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia». Hora de leer.
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