El "Ensayo sobre el ser", primero de los dos textos aquí reunidos, es un fragmento de un trabajo que Herder escribió siendo alumno de Kant. A pesar de tratarse de un fragmento, el texto nos muestra a un joven Herder crítico con las tesis de Wolff, Baumgarten o Crusius y defensor, en cambio, del ensayo kantiano "El único argumento" posible para demostrar la existencia de Dios.

El segundo texto, "Conocer y sentir del alma humana", enlaza, desde el punto de vista filosófico, con el primero por su continuidad en acentuar conceptos básicos como el de fuerza, de acuerdo con la filosofía de Leibniz, aunque rechazando la armonía preestablecida y la monadología. Herder resalta la unidad entre el elemento espiritual (el alma) y el corporal, defendiendo que el alma no puede actuar por sí sola ni el cuerpo puede hacerlo separado de ella. Hay unidad entre ambas fuerzas, de manera que la psicología y la fisiología operan conjuntamente en el conocer y el sentir. Nuestro autor subraya de modo especial el papel de los sentidos, hasta el punto de que el alma opera despertada por ellos. Hay una asombrosa armonía entre hombre y naturaleza debido a que aquél es una parte de ésta.

Johann Gottfried Herder, nacido en Mohrungen, Prusia Oriental, hoy Polonia, en 1744, es un autor bastante desconocido en español. Suele ser mencionado como romántico y como crítico literario, esferas en las que descuella ciertamente, pero se pasa por alto su contribución filosófica en ámbitos como la estética o la teoría de la historia. Tanto en Ensayo sobre el ser como en Conocer y sentir del alma humana muestra la distancia con que afronta la filosofía de Wolff o de Leibniz. Herder no persigue en absoluto una filosofía de rigor sistemático o regida por una lógica inexorable, sino que elabora su obra desde un empirismo creativo o, más concretamente, desde un sensualismo muy particular por su forma de destacar el papel de los sentidos. Partiendo de este sensualismo, intenta llevar al lector a descubrir las capacidades que residen en él como ser humano, capacidades que le hacen ser parte activa del organismo total de la naturaleza. De manera que el ser humano no es una mónada que conoce por poseer en sí una parte espiritual (alma), independiente de la corporal y física, con la que estaría sincronizada, sino que ambas fuerzas, la anímica y la corporal, actúan en unidad. El alma ve a través del ojo y oye a través del oído, como palpa a través del tacto, huele mediante la nariz y gusta mediante el gusto.