La épica secuela de La leyenda del último reino es una fascinante y vertiginosa fantasía young adult inspirada en la mitología y el folklore de la antigua China.

Los Dioses Demonio han despertado. El Fin de los Cielos ha caído a manos de los colonizadores. Y tanto Lan como Zen han elegido bando.

Pe ro no lucharán juntos.

Aunque Lan ha heredado el poder del Dragón Plateado, comprende la senda que ha de recorrer. Está convencida de que los Dioses Demonio son el motivo de las guerras y los conflictos políticos, y que el futuro del Último Reino depende de eliminarlos para siempre. Y lo que es peor: sabe que, si los elantios consiguen vincularse a alguno de esos seres legendarios, su ejército será imparable. Para salvar su reino y a su pueblo, Lan tendrá que encontrar la única arma mítica capaz de destruir a los Dioses Demonios, un arma misteriosa llamada Matadioses.

Zen está seguro de que el único modo de liberar al Último Reino es usar el poder de los Dioses Demonio. Cuando se vinculó a la Tortuga Negra pagó el precio definitivo: para heredar su fuerza tendrá que entregar a cambio su cuerpo, su mente y su alma. Y sin embargo, un único Dios Demonio no basta contra el poder de los colonizadores. En las ruinas septentrionales del clan Mansorian duerme un ejército mágico de practicantes demoníacos capaces de enfrentarse a los elantios. Sin embargo, Zen tendrá que encontrar el sello que los despierte para que luchen a su lado.

Los caminos de Lan y Zen convergen en una ciudad: Shaklahira, un antiguo bastión de la Corte Imperial que se desvaneció sin rastro cuando los elantios invadieron el Último Reino. Su ubicación es un misterio, pero tanto Lan como Zen están convencidos de que en su interior están las respuestas que necesitan. Sin embargo, el pasado que se esconde en la ciudad podría ser más peligroso que nada a lo que se hayan enfrentado hasta ahora.

La batalla por el Último Reino continúa. Pero, para ganar la guerra, Lan tendrá que decidir: ¿puede enfrentarse al chico al que ama? Y, si lo hace, ¿será capaz de matarle para liberar a su pueblo?