Construida a partir de una misma y única materia, con su bien medida valoración y su colosal fuerza expresiva alejada de toda fútil ornamentación, la Torre de Hércules conserva su valor perpetuo justamente en el cumplimiento de las tareas que se le encomendaron. Porque es precisamente la placentera sencillez de la Torre, no exenta de hermosura, la que provocó la gradual admiración de los hombres y de las mujeres desde los más lejanos tiempos. Y es por ello que, a lo largo de su historia, un gran número de ilustres viajeros y viajeras fueron dejando constancia en forma de diarios, cartas, memorias, relación o relatos de las impresiones que tan bello monumento, patrimonio de la Humanidad, hoy símbolo de la ciudad de A Coruña, les suscitó.