VALCARCE, JOAQUÍN
El comisario Redondo es un policía honesto y curtido cuya vida ha experimentado una profunda convulsión. Tras dirigir una importante operación contra una poderosa red mafiosa instalada en España, días antes de prestar declaración ante el juez Prim, promotor de la operación policial, su hija Blanca desaparece. Redondo está convencido de que ha sido raptada por sicarios de la banda como medida de presión para garantizar su silencio. Casi en solitario, aislado de sus colegas y con la ayuda de la agente Sagrario y del especialista en la guerra sucia Craxo, se empeñará en una cruzada personal para intentar encontrar a su hija y destruir a Bracamonte. Ramón Berzosa es un novato recién licenciado de la Academia y puesto bajo la protección del comisario Redondo, pues su padre, ya fallecido, fue colega y amigo del veterano policía. Que le ordena infil-trarse en una red mafiosa de tráfico de armas. La actividad de topo, de extraordinaria dureza, acabará sumiéndole en una confusión men-tal y en un desdoblamiento de su emotividad que le conducirá a dejar-se seducir por la personalidad ambigua del jefe mafioso, Eusebio Salgado, criminal y filántropo al mismo tiempo, a rescatar a una joven gitana de un poblado chabolista de venta de drogas, con la que se propone iniciar una relación amorosa de futuro, a enamorarse al mis-mo tiempo de Aura, bella asistente social que trabaja para Salgado sin conocer su vertiente criminal. Y gravitando sobre la trama puramente policial, sobrevuela la política, la existencia de unas cartas comprometedoras que demuestran la implicación del presidente del gobierno en un crimen de Estado. Las cartas, de las que todos quieren apoderarse por su inmenso valor coactivo y el poder que otorgan a quien las posea, acaban en manos del comisario Redondo, pues en el trasfondo de toda la trama la corrupción sobrevuela omnipresente. Corrupción en el seno del Minis-terio del Interior y de la policía, redes mafiosas en connivencia con los poderes públicos... La novela ofrece el diálogo entre el presidente del Gobierno y el juez Prim a lo largo de toda la trama. El primero quiere atraerle a su causa para desactivar el riesgo de una revelación que acabaría con su carrera y su reputación, y el segundo se debate entre su fidelidad a la justicia y la razón de Estado que esgrime el presidente.
