AA.VV
Los pueblos célticos dejaron una huella indeleble en la Europa de la Edad del Hierro. Buena parte de su fama histórica tiene que ver con sus correrías por el Mediterráneo y sus enfrentamientos con los reinos helenísticos y la todopoderosa Roma, pero más allá de aquellos escenarios y de los habituales estereotipos, para comprender el fenómeno celta es imprescindible preguntarse sobre las gentes que poblaron una importante porción de la Europa continental entre mediados del siglo V a. C. hasta la dominación romana de las Galias a mediados del siglo I a. C. El mundo céltico prerromano de aquel periodo suele asociarse con la llamada cultura de La Tène, que marcaría su desarrollo en un ámbito geográfico muy amplio que abastaría desde el Atlántico hasta el mar Negro y desde los Pirineos hasta las islas británicas. Aunque nunca llegó a existir una uniformidad cultural en tan vasto territorio, la cultura material lateniense terminó ejerciendo su influjo incluso más allá de aquel marco. Conanterioridad al auge de los grandes oppida, los siglos IV y III a. C. caracterizarían la plenitud y la máxima expansión de