La Guerrilla patriótica en Extremadura (1808-1812) ofrece, en palabras de Alberto Gil Novales, "un mundo abigarrado, capaz de entrar en aquello que Pío Baroja llamaba Vitrina pintoresca, sólo que ahora hemos evolucionado, y con los avatares, éstos sí muy serios, pasados por nuestro país y por nosotros mismos con él, ya no nos interesan esas vidas por su presunto pintoresquismo, sino porque forman parte de nuestra realidad histórica".